Los infernautas, de Gustavo Abrevaya

Imagen: Hugo Goldgel


Por Damián Lamanna Guiñazú.


 La guerra es invisible a los ojos


Como todas las voces que vienen del infierno, el Necronomicón –libro de los muertos que naciera en 1922 de la imaginación de H.P. Lovecraft- invita, a quien se lo cruce, a enfrentar la pesadilla autocumplida de develar y expandir las fronteras del mundo. Décadas después de su primera aparición y tras múltiples versiones y mitos sobre su existencia, la saga de terror clase B de Sam Raimi Noche alucinante (que se completa con Diabólico 2 y El ejercito de las tinieblas) lo retomará para consolidar un imaginario. Motosierras y poseídos que giran la cabeza. Ejércitos de demonios torpes y sanguinarios, desmembramientos, mal olor. Una parodia del miedo: no asomarse debajo de la cama porque los espectros van a estar ahí. En esta línea, Los infernautas, segunda novela publicada de Gustavo Abrevaya, hace de esos límites un camino de aprendizaje, una excusa para la guerra, el ensayo de un juego. 
Imagen: Hugo Goldgel

A lo largo de sus intensas 350 páginas, Los infernautas loopea un diálogo intertextual difícil de obviar. Desde la literatura clásica hasta Milton, Dante, Tolkien, Borges, Arlt (es muy difícil leer la palabra “turrito” sin pensar en Erdosain), Marechal, Saer, Oesterheld, la tradición del policial negro, Fontanarrosa (Boogie el aceitoso, claro), el ya nombrado Lovecraft (El color que cayó del cielo), entre otros. Incluso personajes que parecen extraídos de clásicos del cine de terror como Al borde de la locura de John Carpenter. Con ese mapa de lecturas obligadas (casi para sobrevivir), Abrevaya configura su mundo sin reglas donde los cuerpos y las almas pueden ser destruidas sin dolor en la marea de una violencia que responde a razones siempre mayores. ¿La soledad de la literatura? 

En cuanto a la trama, en un principio amaga ser sencilla: después de haber huido de un contexto marcado por persecuciones y secretos en el que parece un clima dictatorial, Bruno, un (hijo de) estanciero uruguayo culposo y arrogante, regresa a Buenos Aires después de 10 años de ausencia –cruza a pie el Río de la Plata, seco- para hallar a su hermano gemelo Axel (aparentemente involucrado en una guerra de tono setentista). Para esta empresa acudirá a Milton, un ángel caído, detective boliviano cuyos servicios sabe le serán carísimos. A partir de allí, lo que se presentaba como un recorrido simple (el regreso al pasado, al paraíso perdido como argumento repetido),  la novela, los personajes y todos sus escenarios se multiplicarán hacia planos maravillosos (en términos de género) e inciertos: lo absoluto de una guerra entre ángeles y demonios aporteñizados -donde habrá lugar para batallas narradas con la maestría y el detalle de las guerras entre humanos, elfos y orcos en El Señor de los Anillos-, el descenso al infierno, el viaje hacia el interior del hombre mismo como una obsesión necesaria para pensar la escisión entre el bien del mal. 
Imagen: Hugo Goldgel

Los infernautas hace de su mayor defecto su máxima potencialidad: intenta contarlo todo. Con obsesión paranoica y un gran trabajo con el lenguaje, Abrevaya ubica en el plano de la trascendencia universal una historia de detectives de barrio bajo cuchillero. En ese contexto ¿cuál es la real importancia de las búsquedas personales? ¿Sin importar a dónde, es posible volver? 

Existe una razón invisible –un horla incausado- que hace del mundo un caos en permanente mutación donde la naturaleza del poder es cambiar de manos. Pero el ser humano es una criatura pequeña de vista corta, limitada por la necesidad de lo inmediato, un nene con el juguete roto. Hasta los personajes celestiales e infernales de Abrevaya se contagian y humanizan, sinónimo de esa pérdida de conciencia. 

Aunque la ciudad y el mundo van a ser arrasados, la paz al final llega, porque es la apariencia que sostiene el equilibrio. Entonces sí, existe una razón invisible. Romper todo, entender la vida desde la magia, quién sabe. Hay un autor, una novela, también una obsesión por encontrarla. Una vuelta a los temas épicos como una fiebre que aún sigue pendiente.  

Hugo Goldgel

Ficha
Los infernautas de Gustavo Abrevaya; 
Editorial Autores de la Argentina, 2013
Ilustraciones de Hugo Goldgel

Se puede conseguir en 
R&R Libros. Freire 1536 y Av Elcano 
Del Sol. Libros. Superí 1413 y Av Elcano
Eterna Cadencia. Honduras 5574 y Fitz Roy
Mascaró Libros. Santa Fe 2928 y Agüero
Alamut Libros Borges 1985